A Independiente Rivadavia lo salvó la campaña

Con el triunfo frente a Villa Dálmine en Campana, la Lepra prácticamente selló su permanencia en la B Nacional. Llegó a 66 puntos y completó una semana ideal con tres victorias en 7 días.

Los brazos en alto, la felicidad a flor de piel y la sensación del deber cumplido. Todos y cada uno de los futbolistas de Independiente deben sentir eso en este momento. A falta de dos fechas para el final del torneo, Independiente se aseguró prácticamente su permanencia en la segunda categoría del fútbol argentino.

El plantel está cumpliendo con el principal objetivo: la salvación. Y lo que es mejor, es que lo está haciendo con el sello que supo engendrar a lo largo de su historia. Porque desde un tiempo a esta parte (desde que el equipo le encontró la vuelta al mensaje que bajaba Berti) la Lepra gana sin dejar dudas.

Se ha convertido en un elenco tan confiable que gana hasta cuando no juega bien, como ayer. Y eso habla de un funcionamiento cuyos cimientos nacen en la solidez defensiva del equipo. Desde Pity Aracena (clave en dos tapadas a Burzio en el primer tiempo), pasando por una zaga central bien aceitada (Yeimar y Rodríguez son la pareja ideal) y dos laterales que juegan con el manual del marcador de punta abajo del brazo, continuando en el equilibrio que le otorgan Montero y González y culminando en el primer eslabón de la recuperación del balón que hacen a partir de la presión en campo rival los tres volantes ofensivos (Cerutti, Disanto y Cardozo) y el propio Tarragona, un animal a la hora de aguantar y desgastar a los centrales rivales.

Independiente no había jugado un buen primer tiempo. Con poco (pelotazo largo y apuesta a la segunda jugada), Villa Dálmine lo había puesto en el peligroso terreno de jugar cerca de su propio arquero. Pero bastó que ese estratega llamado Alfredo Jesús Berti hiciera la lectura de lo que estaba sucediendo en el partido y actuara en consecuencia.

Faltando un par de minutos para que Mastrángelo pitara el final del primer acto, el entrenador azul mandó a la cancha a Matías Villarreal (por Disanto), rearmó el centro del campo para que Montero no estuviera tan solo en la recuperación y adelantó en el campo a un dúctil técnicamente como Gastón González. Ahí estuvo la clave del cambio. Y sin ser brillante, el Azul fue otro equipo en el complemento. A la paciencia que ya había mostrado para intentar ser el dueño del balón, le agregó profundidad. Y en el primer ataque serio, Villarreal buscó a Cardozo por izquierda, Diego mandó el centro al corazón del área, Cerutti anticipó a su marcador y Recalde se lo llevó puesto. Cardozo trocó penal por gol y se acabó la historia.

Para la Lepra era cuestión de abrir el marcador porque después contó con su oficio y experiencia para manejar el desarrollo y explotar los huecos que dejó un rival desarmado y sin ideas que no supo aprovechar su momento.

Ante un adversario que no imponía demasiadas dificultades, Independiente comenzó a llevar el duelo al terreno que mejor le sienta. Y cuando se propuso acelerar y cambiar el ritmo, ‘Cheche’ Sánchez lo liquidó y el arquero le sacó el tercero a Tarragona.

La Lepra se recibió de equipo y lo está demostrando en este sprint final de ensueño que lo catapultaron al cuarto lugar en la tabla de posiciones. Y aunque ya no le alcance la nafta para el postergado ascenso a Primera, está transitando por su mejor campaña desde que juega en una categoría en la que casi siempre peleó por lo mismo (no descender) y sienta las bases para la temporada que viene.

Para que las matemáticas den su sentencia definitiva es cuestión de tiempo. Lo concreto es que al Azul no lo salvó la Campana sino su gran campaña.

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