“Temporalidad y diversidad” en la Nave: Ángel Gil, más de cinco décadas con el arte

En el 50° aniversario del Museo Municipal de Arte Moderno, el pintor mendocino y maestro de varias generaciones protagoniza una muestra curada por el MMAMM en la que recorre, en pinturas, 55 años de oficio y dedicación artística. Paisajes, sombras, viento

La retrospectiva lleva por nombre “Temporalidad y diversidad”. Las más de 30 obras expuestas deslizan una historia sólida de un hombre que encuentra en el arte su faceta más profunda, un laberinto interior en el que las zonas oscuras también se pintan y las alegrías esenciales cobran color. El maestro en cuestión es Ángel Gil, el mendocino que a los 23 años, y en busca de una escuela donde perfeccionar los saberes aprendidos en la Marina como electricista, se reencontró, sin querer, con su vocación irrevocable: el arte de crear.

“Considero que todo empieza y termina en un tiempo determinado y que ese tiempo es el resultado de una diversidad de elementos surgidos del trabajo individual. Nada es eterno y el producto de los hechos no es único ni absoluto. No creo en los artistas que se maquillan de un estilo para ser reconocidos sólo allí. Mi producción ha sido siempre muy variada y heterogénea. A veces era el expresionismo, pero de pronto me perdía en la propia obra y no sabía por dónde tomar y encontraba la marcha en un concepto para reiniciar mi trabajo y terminar en el surrealismo”.

Como si recorriera pasillos y túneles, lagos y amaneceres, montañas y noches, árboles y viñedos, escenarios inmensos de una gigante soledad, y a veces de una elocuente abstracción, Ángel Gil es quien levanta los pinceles para dotarlos de espíritu y dejar que quien observa tenga la puerta abierta a un infinito antojadizo y poderoso.

“El arte en mi vida representa una conciencia, una especie de afirmación de alguna razón, de alguna bendita posibilidad que se me dio para incorporarme a un mundo mágico y bello. El arte para mí es la destilación de la interioridad del ser y la obra es el resultado de lo más profundo que puedo entregarme primero a mí mismo y luego a los demás”.

Pinturas realizadas entre 1960 y 2015 son las que están dispuestas en la sala mayor de la Nave Cultural. Cerca de 30 obras en formatos distintos, creadas en contextos diversos: la juventud del estudiante en los ‘60, la lucha en los ‘70 y el refugio en el realismo mágico, ya luego la abstracción en la madurez, y los paisajes cerrados, oscuros y ventosos que acompañan su etapa más reciente de experiencia y sabiduría. Así es como lo temporal y lo diverso marcan el recorrido por su vida que esta exposición implica y que mucho tiene de caos, misterio y movimiento.

La muestra, curada por el equipo del Museo Municipal de Arte Moderno, cuenta con obras del artista y de la colección del MMAMM, de su colega Antonio Sarelli y del Museo Provincial de Bellas Artes Emiliano Guiñazú -Casa de Fader-.

Todo lo que Ángel Gil no imaginó lo expresa Pablo Chiavazza en un memorable texto curatorial, ligado a la esencia de “Vivir, pintar, enseñar”, como lo titula y como sobre el final, escribe: “Pasada la tormenta, Ángel continuó enseñando a partir de toda la experiencia acumulada, manteniendo encendida la ardiente brasa de la mística de la Academia. Ángel se convirtió en Maestro por eso. Y por su obra, que al igual que su vida, se regocija en la aventura, en el riesgo y en la incertidumbre como única vía para eludir las formas de la teoría y de lo establecido. No se pinta siguiendo fórmulas. Hay que arriesgarse para ver a dónde puede llevarnos el arte. Hay que confiar en la intuición. Así pinta. Así enseña. Y creemos que, para Ángel, así hay que vivir”.

Un artista diverso

Nació en Mendoza en 1937 y desde adolescente trabajó primero en las viñas y luego en una sodería. A los 18 años se enroló en la Marina e hizo base militar en la Isla Martín García. En 1960 regresó a la provincia, donde realizó mantenimiento eléctrico en los pozos de YPF, al tiempo que cursó sus estudios en la Academia Provincial de Bellas Artes, donde fue docente por más de 27 años. “Desde niño siempre me atrajo el mundo mágico de las formas. No había en esa época mucho lápiz y papel así que dibujaba en la tierra a mis héroes, después los borraba y dibujaba otra cosa. La parte sanguínea del arte siempre la tuve”, recuerda. “En la Marina leía mucho, hacía algunas cosas en témpera, me acuerdo. Yo pensaba que lo mío era lo técnico pero cuando entré en la Academia descubrí mi vocación”, comparte.

Formó parte del destacado grupo artístico Numen entre 1963 y 1973. Un año más tarde se convirtió en miembro de A3 junto a Antonio Sarelli y Alfredo Ceverino. En 1982 sumaron a José Scacco y juntos fundaron la Galería Alfa. El prontuario de Ángel Gil es enorme: muestras en la Argentina y el exterior, premios y reconocimientos, y un taller en la Ciudad por el que pasaron tantos alumnos a tomar clases.

"Temporalidad y diversidad". La muestra de pinturas de Ángel Gil puede verse hasta el 24 de agosto en la Sala I de la Nave Cultural con entrada libre y gratuita.

Horario de visitas: de 10 a 13 y de 18 a 21. en España y J. A. Maza, Ciudad.

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