¿Sos un adicto laboral?

Lejos del entusiasmo e interés que genere poder trabajar en lo que se ame, las conductas que basan su vida y razón de ser sólo en esto enmascaran un serio problema. Enfermedades y personalidades con baja autoestima son parte de este combo explosivo. En es

Cuando la vida se ciñe a vivir “por” y “para” el trabajo, y se dejan de lado las áreas sociales, familiares y de ocio, con consecuentes síntomas físicos, es tiempo de parar.

Entérese, usted no es eterno (nadie lo es) y si bien la adicción al trabajo puede confundirse con tener una buena actitud hacia lo laboral, hay que separar muy bien la paja del trigo.

Empecemos entonces por definir qué sería esta enfermedad. Según explica la psicóloga laboral Viviana Imperiale “la adicción al trabajo se define como la implicación excesiva y progresiva de la persona en su actividad laboral y control de la misma, sumada al abandono de actividades sociales, de ocio y familiares que antes realizaba. Esto implica una conducta desadaptativa que conlleva riesgos”.

Lejos de lo que pueda pensarse es un tipo de adicción y de conducta desadaptativa, que cada vez aumenta mucho más.

“En las últimas dos décadas se ha incrementado en más del 20% la población trabajadora que presenta esta adicción en América Latina”, detalla Imperiale.

- ¿Cómo distinguirla de una conducta sana, de alguien motivado y dedicado a su trabajo?

- Uno de los principales indicadores es que la persona deja de lado las diversas actividades que antes hacía a nivel de ocio, placer, deportivo, social, de amistad o familia, priorizando sólo el trabajo.

- ¿En qué edades suele verse más?

- Es más común que se dé en profesionales independientes y mandos intermedios, en donde hay más hombres (de 35 a 50 años) que mujeres padeciendo este trastorno.

- ¿Qué sintomatología aparece?

- Los síntomas más comunes son las dificultades o relaciones familiares descuidadas, la tendencia al aislamiento, y el mal humor; sobre todo si no se está en el ámbito de trabajo.

Por ejemplo son personas que están de vacaciones y no toleran estar con algo que no sea laboral.

Se suman dificultades en las relaciones interpersonales no productivas, problemas de salud como trastornos del sueño, alimentación, relaciones sexuales, problemas cardíacos o accidentes cerebro-vasculares.

Los perfiles de estas personas se orientan al perfeccionamiento excesivo, en donde aparecen distintas clasificaciones.

- ¿Cuáles son?

- Por un lado aparece la figura del sobreadaptado, que es el trabajador más valorado por las empresas. Se trata de aquella persona que no reconoce su grado de sufrimiento y se sobreadapta a todas las situaciones, trabajando mucho, sin poder modificar nada, ni decir que “no”.

Esto le genera problemas de salud severos, enfermedades psicosomáticas y tendencia al burnout (quemado, fundido, agotado).

- Este último ¿cómo aparece?

- Lo hace de manera combinada. Si bien está en relación con la adicción, no es que sí o sí el adicto al trabajo va a tener burnout.

Éste aparece cuando alguien no disfruta de su tarea laboral, se frustra muy seguido y no tiene ganas de ir. Algo que no se da en el adicto al trabajo.

- ¿Qué razones se dan para que se llegue a este grado de adicción laboral?

- Hay una situación de escape vinculada a un tipo de personalidad dependiente, con baja autoestima, que trata de reforzarse, de tener el control y potenciar su narcisismo a partir de un elemento externo. La droga al trabajo es ese factor exterior.

Lo malo además es que la adicción al trabajo es aún social y culturalmente muy bien vista. De hecho es una de las adicciones comportamentales más aceptadas y justificadas por la sociedad.

A las empresas les conviene porque suman un excelente trabajador en ese sentido, en cantidad de horas, pero no necesariamente en productividad, ya que el sujeto genera desde esa adicción menor rendimiento, mal humor entre los grupos humanos en los que participa, y roces dentro de la organización, a la que también le pide perfeccionismo.

- ¿Cómo se lo ayuda?

- En general el problema es más reconocido por las persona de alrededor de este sujeto enfermo, que por él mismo. No lo puede ver como un problema. El aislamiento y actitudes negativas que genera el adicto son más visibles por los seres queridos que por él mismo.

La idea es trabajar familiarmente, y en conjunto, para que la persona acepte la ayuda y logre plantearse por qué el trabajo termina sustituyendo a otras áreas importantes de la vida.

Los excesos nunca son buenos, hablan de una patología, y de esa necesidad de tener el control en ese ámbito, en donde la incomodidad para esperar, para comunicarse y delegar tareas, se hace muy fuerte.

- ¿Es complejo llegar al diagnóstico?

- Sí, porque los sujetos no piden ayuda y sólo en la detección de enfermedades es que se decanta qué es lo que las motivó.

Las cifras hablan

Según datos del portal Entremujeres “trabajar más de doce horas al día aumenta en un 37% la posibilidad de padecer alguna enfermedad”.

Un dato nada sutil ya que enfatiza la incidencia de lo que implica la adicción al trabajo.

En el mismo artículo una encuesta realizada por el sitio Trabajando, realizada entre más de 2.800 usuarios, reveló que “42% de los usuarios del portal de empleo dedica más de 47 horas semanales a su trabajo.

Con este ritmo laboral, muchas veces queda en segundo plano la familia.

Un 32% reconoció pasar más de 20 horas semanales con su grupo familiar. Mientras tanto, 25% de los consultados afirmó reservar entre 15 y 20 horas semanales para el contacto con sus más queridos.

Hubo un 22% que respondió que sólo podía asignarles entre 10 y 15 horas; y un 16% de la muestra manifestó que únicamente compartía con sus familias menos de 10 horas por semana”.

Datos para repensar la vida que en realidad se quiere llevar.

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