¿Por qué no dejamos a Messi ser feliz?

Por Maxi Salgado - msalgado@losandes.com.ar

Los argentinos tenemos la costumbre de confundir situaciones y ser extremistas. Como un péndulo, viajamos de un lado a otro sin escalas. La renuncia de Lionel Messi a la Selección, es una muestra gratis de nuestra idiosincracia. De repente, Messi pasó a convertirse en una cuestión de Estado. El jugador de fútbol se transformó en un ejemplo de vida, en el yerno que todo suegro quería tener y hasta recibió cartas de una maestra que lo ponía en una situación que no le corresponde.

Yo me pregunto, quienes son los principales rivales de Messi hoy por hoy. Los que lo critican, eventualemente, por su rendimiento en la cancha o los que lo presionan para que juegue a toda costa para el seleccionado nacional sin importar lo que el futbolista (Messi es eso, sólo un excelente futbolista) quiere para poder ser feliz.

Hoy, la renuncia de Messi hizo que Maradona pasara a convertirse en el enemigo público número uno por “drogarse”, “no reconocer a sus hijos”, “defender una ideología política” y un sinfín de cosas más. Son los mismos que hace treinta años lo habían elevado a la categoría de semidios, la misma que hoy le endilgan a Messi.

Y se olvidan que a Maradona hay que quererlo o amarlo por lo que hizo en la cancha (traernos un título del Mundo) y nada más. 
Maradona ayer, como Messi hoy, no pretenden ser "ejemplos de vida". Tampoco eligieron ser ídolos, eso lo decidieron los otros. Son destacados deportistas. Seres humanos de carne y hueso. Cómo usted, como yo. Con sus aciertos ysus miserias. Criticamos a un Maradona al que ya exprimimos, como también le sacamos el bronce a San Martín y/o Belgrano.

Todos queremos disfrutar a Messi en una cancha de fútbol, pero obligarlo a estar en un lugar en el que no se siente cómodo es condenarlo al fracaso. Es poner en el otro nuestras propias frustraciones. Queremos a Messi en la cancha porque pensamos que es el único que puede hacer ganar al equipo nacional y, como los éxitos deportivos en nuestra sociedad se toman como propios, sentimos que una eventual derrota es condenarnos a una tristeza.

Lo increíble que tiene el deporte es que consiguió, por unas horas, que nadie se preocupe por los tarifazos, por los López, los Báez, por la violencia de género. El fútbol es la cosa más importante de las menos importantes. Si realmente el amor por Messi es tan puro como sus “defensores” dicen, dejenlo que tome sus propias decisiones. Dejémoslos ser feliz

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