¡Lo que te devoraste, José!

Independiente, que jugó casi media hora con un jugador más, pudo traerse los tres puntos de Campana, pero Méndez desperdició dos chances inmejorables y quedó a 4 puntos del Reducido.

La cabeza gacha, el gesto adusto, la mirada perdida en el verde césped y el recorrido solitario de José Méndez hasta perderse en la oscuridad del túnel del estadio de Villa Dálmine lo decían todo. Esta vez, el Loco, no pudo. Falló ahí, en el área, justo donde se cocinan los puntos que luego suelen traducirse en objetivos.

No pudo de derecha, tampoco de zurda. En el primero, con el balón picando frente al arquero y esa volea que, tras rebotar en un rival, besó el palo derecho y se fue milagrosamente al córner.

También falló de zurda, otra vez con la bola picando y después de la monumental apilada de Agustín Sanfilippo, pero su remate salió mordido y la Lepra se volvió a Mendoza con el grito atragantado.

“Me voy triste y con mucha bronca porque no pude meter ninguna de las dos situaciones claras que tuvimos. En la primera me la saca el defensor al córner y en la segunda me apuré en la definición, me quedó un poco arriba pero la podría haber bajado y definido cómodamente. Ahora voy a trabajar duro en la semana para que en el próximo partido vayan adentro”, confesaba con sinceridad una de las Joyas de la cantera leprosa.

Villa Dálmine empezó mejor. En el amanecer del juego, el equipo del Rondina tuvo la pelota, intentó progresar en el campo haciendo correr el balón al ras de piso e hizo que Independiente esperara demasiado cerca de Maxi Scapparoni, quien en los primeros diez minutos de juego tuvo que intervenir en un par de ocasiones.

Con las sostenidas ráfagas de viento a favor como aliado, Villa Dálmine volcó todo su juego ofensivo sobre la izquierda, con las trepadas de Jorge Dimaio y las interesante zurda de Jonathan Figueira y Nicolás Stefanelli.

Así, con poco, sin tener continuidad en la presión alta, Villa Dálmine era un poco más que la Lepra. El plan del Negro Quinteros estaba más que claro: al igual que ante Central Córdoba en Santiago del Estero, la apuesta leprosa era aguantar bien parado en el fondo y ser vertical con los rapiditos Hernán Gautier y José Méndez. Sin embargo, el Azul extrañó la precisión en velocidad que suelen tener las joyas de la casa y todo se hizo cuesta arriba.

En los últimos minutos del primer tiempo, el equipo del Parque mejoró en la circulación del balón. Daniel Imperiale y  Matías Villarreal terminaron de redondear un primer tiempo aceptable y el zurdo Aguirre jugó más cerca de los tres de arriba que durante todo el primer tiempo. En esos últimos minutos, los de arriba no estuvieron tan aislados y la Lepra descansó en ellos hasta que el juez Nelson Sosa marcó la mitad de la cancha.

En el complemento, la historia fue otra. El Azul fue otro equipo. Decidido y veloz, redobló la apuesta en sus rapiditos. ¡Lástima que Méndez no pudo repetir lo de Santiago del Estero! Y cuando parecía que la Lepra se lo llevaría por decantación, luego de la expulsión de Álvarez por la falta a un Kun Gautier que se iba solito al gol, Sanfilippo se iluminó y en un minuto generó dos chances netas.

Primero, con un tiro libre que se fue besando el poste izquierdo, y un rato después, con un pase de ballet magistral para el mano a mano que desperdició Méndez. Increíble. Los minutos finales se consumieron entre un equipo que quería y no podía y otro (Villa Dálmine) que se aferró al punto.

Así, la Lepra no pudo achicar la ventaja con su adversario y quedó a cuatro puntos de la zona de clasificación al bendito Reducido.

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