¿Están preparados todos para perder?

Hay tres candidatos presidenciales que saben que perderán la elección pero alimentan expectativas a futuro. Mas hay otros tres que si pierden estarán en problemas.

Carlos Sacchetto - csacchetto@losandes.com.ar - Corresponsalía Buenos Aires

Ganar las elecciones y ser consagrado presidente de la Nación es el objetivo y el sueño de cada uno de los seis candidatos cuyas boletas estarán mañana en el cuarto oscuro.

Buscaron y asumieron el desafío, superaron obstáculos, dedicaron sus mayores energías, estudiaron maneras de gestionar problemas del país y chapalearon en el barro de la política, con todo lo bueno y todo lo malo que eso significa. Es decir, se entrenaron para ganar y van por el triunfo.

Cada uno de ellos posee, a la vez, expectativas más o menos acotadas. Margarita Stolbizer, Nicolás del Caño y Adolfo Rodríguez Saá tienen cabal conciencia de que detrás de lo imposible hay otras metas a alcanzar, también enormes en términos políticos.

La candidata de Progresistas quiere consolidarse como referente y líder de un espacio de centro izquierda no peronista, con perfil socialdemócrata, que aglutine a esa imprescindible corriente de pensamiento hoy dispersa y confundida.

El juvenil Del Caño, que en las primarias introdujo en la izquierda una saludable renovación, aspira a fortalecerse para dejar atrás el estigma de esa fuerza que es el eterno divisionismo. Quiere que la unidad en la lucha de los trabajadores sea realidad también en la organización política. 
Otra perspectiva

Para el puntano Rodríguez Saá, la voluntad de presentarse a las presidenciales no tiene otro fin que poner sus votos sobre cualquier mesa de negociación. Intuye que no vendrán épocas de mayorías absolutas en el Congreso, y allí ve su negocio.

Los tres mencionados saben que en esta oportunidad no serán elegidos presidente, pero también que en esa derrota tienen más para ganar que para perder. No es lo que sucede con Sergio Massa, Mauricio Macri y Daniel Scioli, los candidatos que por su gravitación en las encuestas han generado la mayor incertidumbre electoral de los últimos 32 años de democracia.

Massa ha sostenido hasta el final de la campaña que será él quien dispute el balotaje con Scioli, aunque no hay ningún sondeo que demuestre que la importante distancia que lo separó del segundo lugar en las primarias se haya acortado.

Si queda tercero, podrá afirmarse que el tigrense es un dirigente joven, con mucho camino por delante, pero lo mismo se dijo en 2013 cuando le ganó al oficialismo en la provincia de Buenos Aires y sufrió luego una sangría que lo debilitó al punto de hoy.

En ese caso el riesgo para Massa es la muy probable dispersión de su fuerza, en la que confluyen en forma mayoritaria peronistas disidentes que pueden ser fácilmente seducidos por otras propuestas que los acerquen más al poder. Pero los efectos de una derrota serán todavía peores para los otros dos candidatos que están mejor posicionados en las encuestas.

Macri y su estructura política están convencidos de que obtendrán el pasaje a segunda vuelta y que desde allí llegarán a la Casa Rosada. Quienes constituyen la dirigencia de Cambiemos, integrada por el Pro, la UCR y la Coalición Cívica, dicen estar preparados para ganar y gobernar, aunque enfrentarían el desafío de mantener un frente de conformación heterogénea.

Si no entran al balotaje por un margen escaso, o pierden en un mano a mano el 22 de noviembre con el oficialismo, tendrán el consuelo de ser la principal oposición siempre y cuando conserven la unidad, algo muy improbable en esas circunstancias.

Otro escenario 
Los mayores costos de una eventual derrota caerán sin dudas sobre las espaldas del sciolismo, con el candidato a la cabeza. En uno de sus spots televisivos Scioli decía "me preparé toda la vida para esto… ", y su trayectoria así lo indica. Pero la pregunta se hace inevitable: ¿estará igualmente preparado para perder?

Si el candidato oficial no llegara a la Presidencia, las consecuencias políticas para quienes están alineados en esa fuerza serán ciertamente caóticas. Sólo con que Macri consiga forzar un balotaje ya comenzarían los agravios internos por pases de múltiples facturas. Pero la pérdida del poder después de 12 años desataría una lucha cruenta que dejaría a Scioli muy desdibujado.

En esa hipótesis, los sectores kirchneristas reivindicarían las políticas de La Cámpora y aliados de izquierda, y por supuesto a Cristina Fernández como su líder. Por su parte, el peronismo tradicional que hoy acompaña al gobernador de Buenos Aires entraría en ebullición a la búsqueda de nuevos alineamientos y liderazgos. No son pocos los jefes territoriales que están actualmente al acecho por si eso llegara a ocurrir.

Pensando en el país, y aunque suene a manuales de autoayuda, los preparados para ganar también deberían saber perder.

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