El mayor desprecio

Algunas veces, el desprecio se exterioriza en el hecho de causar a alguien descrédito en su honra o en su fama: en ese caso, se utiliza el verbo ‘menoscabar’.

Escena de la película "El desprecio", de Jean-Luc Godard, con Brigitte Bardot y Jean-Paul Belmondo.
Escena de la película "El desprecio", de Jean-Luc Godard, con Brigitte Bardot y Jean-Paul Belmondo.

Leemos un pensamiento que nos deja reflexionando: “No hay mayor desprecio que no hacer aprecio”. Para comprender su sentido, advertimos el contraste entre ‘desprecio’ y ‘aprecio’; en efecto, con idea centrada en el perjuicio, el sentido de la paremia es tratar de hacernos comprender que el ignorar la existencia de algo o de alguien causa un gran daño.

Veamos qué se entiende por ‘desprecio’ y de cuántas maneras se puede expresar el mismo concepto; el diccionario académico nos lo define como “desestimación o falta de aprecio”: “En su mirada, pudimos advertir el desprecio que sentía hacia quienes lo rodeaban”. Se vincula al verbo ‘despreciar’, cuyo valor significativo es “tener en poco, desdeñar, desairar”: “No desprecie, por favor, la colaboración de esa gente”.

Uno de los términos equivalentes a ‘despreciar’ es ‘desestimar’ en que el prefijo privativo ‘des-’ le quita todo valor positivo a ‘estimar’: “Se desestimó el recurso presentado”. Se equipara a ‘desairar’, en donde prima la idea de la humillación y desatención de alguien: “Reiteradamente, se ha desairado la invitación oficial”.

Equivalente es ‘vilipendiar’, definido como “despreciar algo o tratar a alguien con vilipendio”, entendiéndose por ‘vilipendio’ la denigración de alguien o de algo: “En su campaña, ha vilipendiado a cada opositor”. Actúa como sinónimo, en alguna de sus acepciones, el verbo ‘humillar’, entendido como “abatir el orgullo y altivez de alguien”; también, “herir el amor propio o la dignidad”: “Con esas expresiones, está humillando a mucha gente por su accionar”. En este sentido, es término equiparable a ‘degradar’, toda vez que signifique “rebajar” o “envilecer”: “Se ha degradado a muchos con esas medidas”. Asimismo, se equipara a ‘denigrar’ que, etimológicamente, significa “manchar” y que se puede considerar sinónimo de cualquiera de los vocablos vistos.

Si el desprecio hacia el otro se va a medir por la acción de abatir el orgullo, puede usarse el verbo ‘rebajar’: “Supo rebajar a su adversario poniéndolo en ridículo”. En este sentido, es equivalente el verbo ‘bocabajear’, que no solamente indica humillación, sino también el hecho de burlarse de alguien: “¿Por qué ha sido capaz de bocabajearlo de ese modo, delante de todos sus compañeros?”. Fuera de vincularse con los términos ‘boca’ y ‘abajo’, hallamos ‘bocabajo’, que era un castigo a los esclavos tendidos en esa posición, aunque también nombra a la persona aduladora y servil.

El diccionario académico nos da el verbo ‘babosear’, usado en Uruguay, con el significado de “humillar”, “herir la dignidad” o “sobajar”; de este último vocablo, el valor significativo es “maltratar, vejar, pisotear”, logrado a partir de la unión del sentido despectivo de ‘so’ y de la acepción de ‘bajar’, como “perder poder, dignidad o prestigio”: “Por favor, no sobaje a su personal de ese modo”.

Algunas veces, el desprecio se exterioriza en el hecho de causar a alguien descrédito en su honra o en su fama: en ese caso, se utiliza el verbo ‘menoscabar’, que indica que se deslustra la estimación o lucimiento que una persona tenía con anterioridad al momento en que se habla; lo advertimos en “Daba pena escuchar cómo menoscababa el accionar de las autoridades anteriores”. Es un verbo equivalente a la locución ‘tener en menos’ y ‘tener en poco’ (a alguien)’ y al verbo ‘menospreciar’: “Cuando se refiere a sus parientes, siempre los tiene en menos”. Asimismo, un vocablo que nos evoca los mismos conceptos es ‘desdoro’, quizás poco usado, pero que posee el valor de “menoscabo en la reputación y el prestigio”. La Academia recoge también un término coloquial, pero a la vez muy ilustrativo: se trata de ‘ningunear’ que, en su primera acepción, equivale a “ignorar”, pero que también se usa para señalar que se menosprecia a alguien: “Te molesta, sobre todo, que nos ningunee de esa forma”.

Los refraneros recogen este sentimiento negativo de distintas maneras: “No hay mejor desprecio que no hacer aprecio” - título a esta columna-, en que se echa de ver la tristeza de no ser tenido en cuenta. Queda incluido por el Centro Virtual Cervantes, en su Refranero multilingüe y se brinda la siguiente explicación: “En ocasiones, el ser ignorado provoca gran perjuicio”. Otro refrán nos dice “Hombre que el bien no agradece solo el desprecio merece”, que pone de relieve el valor de la gratitud, en contraposición a la falta de aprecio. Parecido significado posee “Al desagradecido, desprecio y olvido”. También, el refranero mencionado incluye “La mucha confianza es causa de menosprecio”, que recomienda no abusar de la bondad ni de la confianza de quienes más nos quieren o estiman, porque ello puede engendrar desprecio.

Otras veces, la paremia toma aspecto de consejo; así lo reflejan “No desprecies a quien poco es, que algún día mucho podrá ser” y “Nunca trates con desprecio ni aun al que tengas por necio”, refranes que dan cuenta de la necesidad de no ejercitar este sentimiento negativo, en ninguna situación.

El desprecio puede ejercerse tanto contra personas como contra cosas. Del primero, tomamos como ejemplo aquellos versos de Sor Juana Inés de la Cruz: “A quien más me desdora, el alma ofrezco; / A quien me ofrece víctimas, desdoro; / Desprecio al que enriquece mi decoro, / Y al que le hace desprecios enriquezco”. Del que se dirige a circunstancias o hechos, reproducimos los versos de Calderón de la Barca: “Pasa la primavera, y el verano / los desprecios del sol sufre y padece; / llega alegre el otoño y enriquece / el monte de verdor, de fruta el llano”.

La consideración de todos estos términos que atañen al desprecio nos obliga a tomar en cuenta que, detrás de las actitudes humanas que engendran estas palabras, se esconde otra, fuente y origen de su existencia: se trata de la que refleja el vocablo ‘ingratitud’. Al rastrear su valor significativo nos encontramos con que se define como “desagradecimiento, olvido y desprecio de los bienes recibidos”. Asimismo, el ‘desapego’, entendido como la “falta de afición o interés, alejamiento, desvío”.

Cerramos esta nota con una cita bíblica, de Proverbios 11:12: “El que carece de entendimiento menosprecia a su prójimo; mas el hombre prudente calla.”

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