Aplicar severidad extrema por alcohol al volante

Tras el gravísimo incidente vial en que un oficial de la Policía de Mendoza y un agente de tránsito municipal murieron al ser atropellados por un conductor borracho, el 4 de mayo pasado, la ciudadanía esperaba que este tipo de suceso iba a bajar. Sin embargo, se han seguido repitiendo, por supuesto sin la fatalidad del suceso del Acceso Sur. Nos referimos a conductores alcoholizados en la vía pública.

Después del violento y fatal incidente de tránsito ocurrido a principios de mayo en el Acceso Sur (Godoy Cruz), sitio donde un conductor ebrio mató a un preventor y un policía tras atropellarlos a alta velocidad, se esperaba que por reflejo de ese percance cesarían, o se atemperarían, situaciones de esta naturaleza.

Presunción equivocada porque con posterioridad a ese gravísimo suceso, tuvieron lugar tres o cuatro episodios donde el alcohol estuvo presente en personas encargadas de conducir un vehículo.

Entre los accidentes posteriores a la tragedia del Acceso Sur, hubo un hecho con un grado de irresponsabilidad alarmante.

Nos referimos a uno que se registró en Guaymallén. Un conductor no pudo dominar la camioneta que manejaba y fue a caer dentro de una acequia. No iba solo sino con sus tres hijos y test de alcoholemia que le realizaron reveló que el hombre presentaba 1,46 gramos de alcohol por litro de sangre (sobre 0,5 permitido por la ley provincial).

Ejemplo de imprudencia e insensatez más elocuente no se podrá encontrar. El manejo con síntomas de embriaguez es repudiable en cualquier circunstancia, pero hacerlo con los propios hijos a bordo de la unidad y ponerlos en peligro de muerte, es imperdonable desde cualquier punto de vista.

A los consabidos reclamos de una mayor cantidad de controles de seguridad vial en calles y rutas, que, sin embargo, tienen un poder de acción limitado porque no se puede estar en todos lados al mismo tiempo, se espera la materialización en el menor plazo posible los proyectos del Ejecutivo provincial de endurecer las penas para conductores que manejan bajo el efecto del alcohol.

En esa tarea se ha comprometido la ministra de Seguridad y Justicia, Mercedes Rus, quien defendió los cambios que se impulsan para agravar las penas para conductores en estado de ebriedad, ya que las actuales multas son “irrisorias”, a su juicio.

Por otra parte, las penas de reclusión por estos hechos, debidamente probadas en procesos judiciales, deberían contener la prohibición de volver a manejar de por vida al sujeto que causare una o más muertes.

El paquete de normas que harán más rígidas las sanciones incluye dos que apuntan al endurecimiento de las penas para incidentes donde los automovilistas presentan un elevado grado de alcoholemia.

“Lo que buscamos es que las personas cumplan sí o sí a estas inhabilitaciones. Nos parecieron irrisorias las sanciones que se le aplica a este tipo de delitos”, sostuvo la ministra.

Las dos iniciativas proponen modificaciones en el Código de Faltas y en la Ley de Tránsito. En líneas generales, lo pretendido es la inhabilitación de aquellos conductores que conduzcan con más de 1 gramo de alcohol en sangre.

No se conseguirá todo de un momento a otro, pero hace falta que el tema no se abandone, y tanto legisladores, como funcionarios de gobierno y magistrados se unan en pos de una rápida corrección de las penas y las inhabilitaciones que por estos casos se deberán lograr para satisfacer el verdadero deseo de justicia por parte de la comunidad. Es un reclamo muy fuerte de los ciudadanos y ciudadanas que conducen con apego a las normas viales.

Hay que desarticular la realidad de conductores alcoholizados, que se han constituido en un riesgo considerable. Y más porque las posibles víctimas no siempre son las y los conductores que han consumido alcohol, sino que también pueden participar sus acompañantes o los pasajeros de otros vehículos, además de usuarios de la vía pública, especialmente los más vulnerables como peatones, ciclistas, motociclistas y niños/as.

De lo anterior se desprende que el consumo de alcohol previo a la conducción es uno de los principales factores de riesgo de la siniestralidad vial, y su control, en tanto determinante, es fundamental para prevenir la ocurrencia de incidentes viales.

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